lunes, 23 de enero de 2012

La Sábana Santa de Turín parte 2

Este es el Cristo del síndone de Miñarro o conocido como El Cristo de la Hermandad Universitaria de Córdoba



 

Cuyas herídas estan sacadas de la Sábana Santa y sangre según se creían que eran.

La Sábana Santa de Turín

La Sábana Santa es un lienzo de lino, un tejido conocido por el hombre desde la más remota antigüedad. Existen pruebas del uso del lino desde antes del año 5000 a. C. Así como su siembra y obtención no es compleja, sí lo es la obtención de sus fibrillas para componer los hilos a tejer. El tipo de lino empleado para tejer la Síndone (Linum usitatissimum, Linneo) viene de una planta que crece fundamentalmente en Palestina y Oriente Medio...
Según Charles Ribiollet, técnico de la Escuela de Tejidos de Lyon, la cantidad de hilo necesario para la superficie de la Sábana Santa (que mide 4.36 x 1.10 metros [antes de la restauración de 2002]) es de 4.79 metros cuadrados. En longitud, serían: 27 hileras de trama por centímetro, por 436 centímetros son 11772 hileras; que por un largo de 1.10 metros, dan 12949 metros. En anchura, serían: 40 hilos de cadena por centímetro, por 110 centímetros, son 4400 hilos; y multiplicado por la longitud de la Sábana, da 19184 metros. En total, sumando ambas cantidades, y si contamos con las pérdidas durante el proceso de tejido, son 33 kilómetros de hilo empleados para tejerla. Esto, hecho artesanalmente en un país del tercer mundo, significa aproximadamente un mes de trabajo, lo que otorga a la Sábana un gran valor económico. La conservación del tejido durante 2000 años presupone, según el analista, su excelente calidad.
El tejido de la Sábana está hecho en forma de espina de pez de forma rectangular (1 x 4), su peso total es de 1420 gramos y está elaborado con una máquina de pedal de origen egipcio. Las fibrillas que lo componen tienen 150 micras de diámetro...

 
Pero la singularidad más llamativa de las imágenes sindónicas es su tridimensionalidad: singularidad tan excepcional que es única. Tridimensionalidad quiere decir que la intensidad del colorido de las imágenes es inversamente proporcional a la distancia que separaba, en cada punto, la tela del cadáver que ha dejado su impronta en ella. Ésta es como un registro de los relieves volumétricos de aquel cuerpo. Por consiguiente, midiendo la intensidad de este colorido, se puede perfectamente calcular y reproducir, como en una estatua, el relieve del cuerpo envuelto por esta tela.


El número de golpes recibidos asciende aproximadamente a unos 120 sin contar los que no se han podido estudiar por faltar parte de los brazos a causa del incendio de 1532. Algunos autores no se ponen de acuerdo a la hora de precisar si los golpes se dieron con flagelos de tres ramales o de dos; en cualquier caso, es evidente que fueron romanos los que le azotaron. Éstos no tenian tope en el número de golpes, y lo que es más estremecedor desde el punto de vista médico: nuestro hombre debió quedar bañado en sangre y hecho una llaga. El dolor, tanto físico como moral, y la incipiente fiebre que debió apoderarse de él y que ya lo abandonaría hasta la muerte, debieron hacer una tremenda mella en su cuerpo.
 
 
Durante la flagelación, la postura de nuestro hombre debió ser encorvada: se deduce esto de los estudios realizados con el ordenador, comprobando la angulación de los reguerillos de sangre y suero en las distintas partes del cuerpo. En esta posición, los reguerillos de la parte dorsal alta caían hacia los lados y con una angulación de 100, 90 y 70 grados durante el castigo; más tarde, ya en posición vertical o sentado, también caerían hacia abajo. En las zonas glúteas se ve algo parecido, en las extremidades inferiores son nítidos y se dirigen hacia abajo.
 
Como observación personal, creo que el coágulo en forma de lágrima, que se encuentra sobre la ceja izquierda y que tuvo que salvar el obstáculo antes mencionado, se formó más tarde que el 3; o si no, por lo menos de una manera más lenta y progresiva. Si nos fijamos con detención en él, veremos que hay como una especie de islote más oscuro (si miramos el negativo) dentro del coágulo en la parte más inferior. A mi entender, creo que este coágulo se mantuvo en formación durante todo el tiempo que duró la agonía, la tardanza en su formación se explica por los obstáculos encontrados en su camino y por la distancia del mismo origen de la herida. Los estudios realizados por el Dr. José Delfín Villalaín sobre el Sudario de Oviedo parecen concluir que éste se colocó sobre el rostro estando aún el cuerpo colgado en la cruz.
Pues bien, si este coágulo siguió formándose hasta la muerte (aunque las heridas dejaran de sangrar tras pararse el corazón, habría aún sangre que gotearía entre las espinas), los estratos sucesivos se habrían ido acumulando según fueran salvando el obstáculo. Aquí es donde quiero llegar: los últimos estratos no se secaron del todo, por consiguiente veo dos opciones; una, que alguien enjuagó el rostro del hombre de la Síndone durante el camino al suplicio y se llevó parte del coágulo aún sin secar, y dos, que al ponerle el Sudario [ éste se distingue de la Síndone, que sería una pieza más grande y que cubriría todo el cuerpo ] sobre el rostro después de muerto y según la explicación anterior, fue éste quien se llevó parte del coágulo. En cualquier caso, sea cual sea la explicación, a ese coágulo le falta una parte y es posible que en otros haya ocurrido un fenómeno similar. Esto nos demuestra que, en algún momento del proceso de la crucifixión, el rostro del hombre de la Síndone estuvo en contacto con un paño que arrastró parte de los coágulos aún sin secar.